lunes, 30 de junio de 2014

Regresión





La simbiosis entre poder político y poder económico, llega a limites insospechados, acorralan nuestro mundo y nuestras vidas, y aquí estamos como si nada. Hemos creado nuestro propio infierno y día a día su complicidad crece. La regresión a la esclavitud y al poder absoluto de unos pocos. Fatal!.
Creo que la justicia social está lejos de comunismo o capitalismo, es punto intermedio donde la convivencia es posible y perdurable, el sensato matiz de la igualdad humana.
Justicia social es claroscuro de la alternancia política y económica, que prevalece a una sociedad enmarcada en una tiranía democrática sin precedentes, una sociedad que agota sus recursos abrumadoramente para beneplácito de grupos poderosos, despiadados y últimamente agresivos que más allá de la búsqueda de un equilibrio enfoca una polarización, un aniquilamiento de la clase media,un enfrentamiento de clases lejos de una élite poderosa acurrucada a la sombra del poder.La convivencia entre poder político y poder económica adopta formas catastrofísticas para el resto de la sociedad.
El enfrentamiento que se está generando a pasos agigantados parecen no verlo ni sentirlo estos poderes y les va a resultar extremadamente caro esta tozudez enervante.Una revolución ejemplarizante se vislumbra en el horizonte cercano que sin duda tendrá nefastas consecuencias, pero todo ello nos llevara a una redención social mas justa, un equitativo panorama que nos llevara a un ideal mas real sin ser utópico.

lunes, 16 de junio de 2014

La alegría de los corderos inocentes

Cada vez que veo a un español hacer el ridículo pienso en el FMI. No conviene darle armas al enemigo. Si enseñamos a los exprimidores nuestra condición de exprimibles, si recibimos a los que procuran estafarnos con alegría de corderos inocentes, nos convertimos en el mejor argumento de nuestra propia desgracia.Quizás sufro una paranoia social, pero en cualquier caso los datos están ahí y las intervenciones de los banqueros y los responsables de la Troika no dejan otra salida. Aunque ya es insoportable la degradación económica y social de los españoles, con brechas sociales y con índices de pobreza inhumanos, cada vez que abren la boca es para pedir más sacrificios en salarios, pensiones, inversión pública y derechos laborales. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Hasta donde los españoles queramos. Mientras tanto, hacer el ridículo es un modo de dar información útil al enemigo, presentarnos en el mercado como carne de cañón. Se han puesto de moda las despedidas de soltera y de soltero. Como son un buen negocio, hay empresas especializadas en organizar fines de semana con paquetes que incluyen viaje, hotel y disfraz. Estalla, donde menos se piensa, en cualquier esquina, plaza, barra de bar o noble recuerdo de infancia, un grupo de ciudadanos en trance de divertirse con atuendos de centuriones romanos, hombres de cromañón, leones de la selva… Se adornan, además, con grandes globos en forma de falos y testículos.Otras veces la pandilla es femenina y viene compuesta por princesas árabes, mujeres fatales, minifaldas de colegialas pecaminosas, gacelas cavernícolas o esquineras del viejo París. Tampoco faltan los símbolos fálicos. Las que han elegido la vía prehistórica, suelen completar su aliño indumentario con un nabo. La socorrida hortaliza sirve para que las mujeres de la edad de piedra se recojan el pelo y le pongan la guinda a sus graciosas faldas y blusas de trapo descosido. Cuando ellos y ellas coinciden se derraman las canciones, los gritos, las botellas de cervezas en alto, y vibra una sana alegría de instintos bajos, como si el espíritu de la telebasura hubiese encontrado su encarnación perfecta.Es entonces cuando yo caigo en la paranoia y pienso en Alemania y en la Troika. Como vean esto los alemanes, como esté por aquí la Troika, nos van a crujir. No se puede hacer el ridículo de esta forma sin pagar un alto precio en recortes y bajadas de salario. Estamos en condiciones de aguantarlo todo.Ya sé que las despedidas de soltero por las calles de España no son un asunto serio, aunque indiquen el estado de zafiedad insoportable que padece la cultura popular española. Si me atrevo a hablar aquí del asunto, es porque siento que muchos políticos, cargos públicos y periodistas españoles han vivido el folletín de la abdicación del rey con un espíritu de despedida de soltero. Y de esto, desde luego, se han enterado los alemanes. El espíritu de servidumbre voluntaria de la sociedad española alcanza niveles muy, muy profundos. Somos carne triste de cañón.¡Las cosas que hemos oído! ¡Las cosas que hemos visto! Constatamos una vez más que el pueblo español fue la gran víctima de la dictadura franquista, al ser condenado durante años a la humillación, el sometimiento y el miedo. Repetir una y otra vez que se le debe la democracia a un rey, como si la democracia fuese un pantano inaugurado por la gracia de la autoridad superior, es propio de un pueblo sin orgullo. Los demócratas que muestran su devoción al rey, que agradecen sus servicios, que aplauden su generosidad, son la gran herencia del franquismo. El dictador no sólo dejó un heredero en el trono, también dejó muchos súbditos en las calles, las oficinas, las instituciones y los periódicos. Aunque sean demócratas, no son hijos de la libertad democrática, sino del sentido franquista de la humillación. Es la educación que recibieron. Y esto, por desgracia, lo sabe la Troika. Pueden hacer con nosotros lo que les dé la gana.

miércoles, 4 de junio de 2014

Abdicación condicionada

OJO AL TRUCO..
Amparo Ballesteros Gil "Lo primero que hay que aclarar es que el Rey no ha abdicado. Lo que ha hecho es comunicar a Rajoy (y a todos los españoles) su decisión de abdicar, no su abdicación. Y esa distinción es importante, como luego veremos. Así pues, a fecha de hoy, Don Juan Carlos I sigue siendo Rey de España, y no sabemos con exactitud hasta cuándo.

¿Por qué el Rey anuncia precisamente ahora su decisión de abdicar? ¿Y por qué no ha puesto fecha a esa abdicación?

Para responder a esas preguntas, y entender qué está pasando, les invito a fijarse en dos detalles ciertamente llamativos de lo que ha sucedido hoy:

1) La extremada precipitación con la que se han desarrollado los acontecimientos. El anuncio ha sido realizado por sorpresa. Tanto es así, que ha habido que adelantar el regreso del Príncipe (que estaba fuera de España); ha habido que cancelar la comida que el Rey tenía hoy en Barcelona; ha habido que convocar de urgencia un consejo de ministros extraordinario para mañana martes; ha habido que cancelar actos que los miembros del gobierno tenían preparados... ¿Por qué tanta improvisación? Aparentemente, no tiene ningún sentido. Y menos si, como nos dicen, el Rey tenía tomada la decisión desde enero, y Rajoy y Rubalcaba la conocían desde marzo. ¿Qué es lo que ha pasado, que ha obligado a acelerar las cosas tan chapuceramente?

2) La anormalidad protocolaria del anuncio. De la misma manera que no tendría ningún sentido que la dimisión de Rajoy la anunciara la vicepresidenta Sáenz de Santamaría (sino que tendría que ser el propio Rajoy quien la comunicara a los ciudadanos), tampoco tiene ningún sentido que la abdicación del Jefe del Estado sea anunciada por alguien distinto del Jefe del Estado. El que haya sido Rajoy el que comparezca en primer lugar es algo completamente anormal, desde el punto de vista protocolario: lo normal hubiera sido que el propio Rey comunicara a los españoles su decisión de abdicar, y que después Rajoy hubiera comparecido para hacer las declaraciones que quisiera. Así se hizo en Holanda: la reina Beatriz hizo una comparecencia televisiva anunciando su decisión de abdicar, y a continuación hizo su declaración el primer ministro holandés. Y así se hizo también en Bélgica: primero habló el rey Alberto y luego el primer ministro. ¿Por qué, entonces, se invierte el protocolo normal y sale Rajoy a comparecer primero?

La respuesta a todas estas preguntas es, como vamos a ver, muy simple.

El Rey no ha puesto fecha a su abdicación por la sencilla razón de que no puede abdicar mientras no se le garantice, mediante Ley Orgánica, que va seguir gozando de la misma inviolabilidad de la que goza ahora. Si no se le garantizara esa inviolabilidad, el Rey correría el riesgo de que algún partido (por ejemplo ERC, o Bildu, o Podemos) o algún particular presentara una denuncia contra él por cualquier presunto caso de corrupción (por ejemplo, el caso Urdangarín). Y si un juez decidiera admitir una denuncia contra el ciudadano Juan Carlos de Borbón, nos podríamos encontrar con el espectáculo de un ex-Rey sentado en el banquillo.

Ni el Rey, ni Rajoy, ni Rubalcaba, van a consentir esa eventualidad. Por tanto, el Rey comunica su decisión de abdicar, pero no la materializará hasta que se apruebe, como Rajoy ha anunciado, la correspondiente Ley Orgánica.

Hasta aquí, todo normal. Pero ese procedimiento (elaboración de la necesaria Ley Orgánica que proteja al Rey, y posterior abdicación) podría haberse realizado con tranquilidad en los próximos meses. ¿Por qué, entonces, se aceleran los acontecimientos y se anuncia por sorpresa la abdicación esta mañana? Aquí es donde entran en juego las elecciones europeas del pasado 25-M.

Para elaborar esa Ley Orgánica que blinde judicialmente al ex-Rey, PP y PSOE tienen que apoyarla sin fisuras, tanto en el Parlamento como ante la opinión pública. Y si el resultado hubiera sido el que todas las encuestas preveían (descenso del bipartidismo, pero sin hundimiento), ese proceso podría haberse desarrollado tranquilamente y sin sobresaltos, en los plazos previstos: de aquí al otoño.

Pero hete aquí que el 25-M ha traído un hundimiento por sorpresa de los dos partidos mayoritarios, y que ese resultado ha provocado el anuncio de dimisión de Rubalcaba. En principio, eso no hubiera debido representar un problema, si la sucesión de Rubalcaba hubiera sido convenientemente controlada. Pero de repente, el PSOE ha estallado en pedazos, y lo que parecía una sucesión controlada se ha convertido en un proceso bastante imprevisible, en el que puede salir elegido secretario general cualquiera, y en el que el PSOE podría caer en la tentación de escorarse a la izquierda y hacia el populismo, para contrarrestar el ascenso de Podemos.

Lo cual quiere decir, claro está, que podría darse el caso de que la nueva dirección del PSOE no estuviera dispuesta a apoyar la Ley Orgánica que el Rey necesita para blindarse. Y esa es la causa de tanta precipitación: alguien se ha molestado en echar las cuentas de los días que hacen falta para tramitar una Ley Orgánica, y se ha dado cuenta de que, o se empieza a tramitar ya, o se corre el riesgo de que la ley no esté aprobada antes de que Rubalcaba pierda definitivamente el control del partido.

De ahí el anuncio sorpresa, de ahí la convocatoria de un consejo de ministros extraordinario para mañana y de ahí la premura en tramitar la Ley.

¿Y por qué esa anormalidad protocolaria, consistente en que Rajoy comparezca antes que el propio Jefe del Estado? Pues porque no estamos ante una abdicación normal. ¿Qué fue lo que hizo la Reina Beatriz de Holanda? Anunciar que iba abdicar y poner fecha a esa abdicación. Pero Don Juan Carlos I no podía hacer lo mismo, porque la suya es una abdicación condicionada: condicionada a que se apruebe la Ley Orgánica prometida. Una abdicación que, por tanto, no tiene fecha todavía.

Y, como el Rey no podía anunciar fecha concreta, ni tampoco hubiera quedado bien que fuera él quien enunciara la condición de abdicación, por eso ha tenido que salir Rajoy en primer lugar y encargarse él de enunciar esa condición: "... será necesario aprobar una ley orgánica específica...". Una vez dejado eso claro por Rajoy, el Rey podía salir a la palestra y hacer una declaración en la que se obviara ese espinoso asunto, y se obviara también el poner fecha a la abdicación.

Si alguien nos hubiera dicho hace dos semanas que las elecciones europeas no solo iban a provocar la dimisión de Rubalcaba, sino que también iban a precipitar la abdicación del Rey, creo que nadie lo habría creído."abdicación condicionada