viernes, 7 de marzo de 2014

ISLA DE LAPUTA




*En la isla de Laputa… *
Ojo; apresurados censores del tres al cuarto… “Laputa” es lugar isleño, de la culta literatura… *
Cuan lejos del mundanal ruido están algunos de nuestros políticos, cuando debieran escuchar a todo oído, el fragor de la marea que discurre bajo sus pies. El evitar mojarse, no disminuirá las posibilidades de un naufragio, pues algunas naves de las expediciones presentes, presentan vías de agua muy importantes…
Limbos y paraísos mentales son el refugio de más de uno de estos irresponsables, desmerecedores de la confianza en ellos depositada por sus electores. Cobarde; es la figura definidora para una buena parte de estos ganapanes. Es el adjetivo qué mejor retrata a los escurrebultos de turno. Por no ser no llegan a la categoría de mal funcionario, cuando peyorativamente se refiere uno al gandul. Y qué los funcionarios de pro entiendan esta comparación. 
Cuando multitud de problemas (SI SEÑORES MULTITUD; Repasen los titulares de la prensa diaria… los descreídos y los acomodaticios de turno) Enferman la sociedad española, los responsables de dar con las claves o por lo menos servir de altavoces del pueblo llano, pues para portavoces de otra índole ya se ofrecen… Se dedican los muy malandrines…. a la descalificación ajena por no bastarles los tiempos utilizados en la contemplación de la belleza de su propio ombligo. Y me refiero con esta cantinela mañanera, a los pertenecientes a todo el arco político en sus coloridas tonalidades sin excepción a cuento y apoyando por su acertada comparación de personajes, a los de un sabroso articulo periodístico;
En la isla de Laputa…
En sus "Viajes de Gulliver", Jonathan Swift imaginó una isla voladora de forma circular que llamó la isla de Laputa. En aquella isla vivía un monarca con su corte de músicos y matemáticos, siempre absortos en sus cálculos y en sus armonías celestiales. Las casas de Laputa estaban muy mal construidas, ya que los laputianos consideraban que las simples reglas de la albañilería eran temas demasiado vulgares para unas mentes tan sutiles como las suyas. Cuando querían alabar la belleza de una mujer, los laputianos sólo sabían apreciar su geometría, así que ensalzaban la calidad de sus rombos y elipses. 
Los laputianos, por lo demás, eran gente muy torpe, ajena a toda imaginación y de carácter doctrinario. Su único pasatiempo consistía en discutir de política. Como es natural, dormían muy mal y ninguno de ellos disfrutaba de un solo segundo de paz de espíritu. Y como es natural, las mujeres de Laputa solían despreciar a sus maridos.
Tengo la impresión de que la clase política española vive en una nueva isla de Laputa, con la única diferencia (y esto es sólo una conjetura) de que las esposas de los políticos suelen admirarlos en vez de despreciarlos, cosa que merecería, si fuera en verdad así, un estudio exhaustivo por parte de un equipo de investigadores de la mente humana.
Pero lo incuestionable es que los políticos (sean del partido que sean) viven en una isla voladora que sobrevuela a gran altura el territorio real donde viven sus votantes. Por eso se pasan la vida enzarzándose en disputas que apenas interesan a nadie, mientras que desdeñan los grandes problemas que preocupan a la gente normal, es decir, a los médicos, a los profesores, a los conductores de autobús, a los alumnos de los colegios, a los albañiles, o a usted y a mí, sin ir más lejos. 

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